Primer puesto de Concurso Internacional de Cuentos MIR-2020: «Un nuevo hogar K218b» Parte 3

AÑO 2140 LA CONSTELACIÓN DE LEO VALENTINA
Hoy nos hemos levantado y hemos llegado a la constelación de Leo. El espectáculo es hermoso: luces de estrellas brillantes envueltas en una especie de nebulosa. Me llenan de nostalgia; éstas me recuerdan a los cuadros que pintaba mi padre. Siempre nos hablaba de la constelación de Leo y sus estrellas. Nos contaba la historia de Heracles y el león de Nemea mientras daba pinceladas, recitando como el héroe acababa con el monstruo con sus propias manos. El monstruo que aterrorizaba a la humanidad y parecía invulnerable, rematado por Heracles. Me hacía más gracia como mi padre la contaba, que la historia en si. Se movía de una manera que no podía parar de reír.
Mi hermano Alan y yo siempre teníamos que estar alerta, algo que nos creaba tanta tensión que mi pobre hermano acabó enfermando. En el espacio las bacterias parecen que tengan una resistencia imposible de neutralizar. Nuestros cuerpos solo les queda tener paciencia para poder reponerse lo antes posible. Los vómitos y las nauseas no cesaban. Nuestro robot Cosmos se encargó de llevarlo a una sala de cuarentena. No tendría contacto alguno con él hasta que desaparecieran todos los síntomas, algo que provocó que las tareas diarias fueran el doble para mí.
Era vital no dejar desatendidas todas las salas de comida y agua tratada, nuestra supervivencia estaba en juego. La poca comida que nos quedaba ya empezaba a acabarse. Todo estaba racionalizado hasta el oxígeno que respirábamos. Cosmos y yo podíamos con el trabajo diario, lo malo que era que al día siguiente volvía a empezar la lucha. Además tenía que seguir mi entrenamiento en la sala de la gravedad. No lo podía dejar de lado porqué dentro de nada estaríamos pisando el nuevo planeta y los cuerpos tenían que estar preparados.
AÑO 2140 AGUJEROS NEGROS
-Alan pronto ven enseguida tenemos un problema bien gordo a la vista.
– ¿Qué pasa Valentina?
-Cosmos haz un análisis de las posibilidades que tenemos de pasar de largo ese inmenso agujero negro.
– Observo que vamos directos sin remedio. Las posibilidades de no ser engullidos, no la puedo calcularlo.
– Valentina pensemos. Tiene que haber una manera de evitarlo.
-Cosmos dime, ¿Cuánto combustible tenemos?
– La nave está al 30 por ciento, el justo para terminar el viaje.
– Tiene que haber algo más, no podemos acabar de esta manera.
– Hemos visto otros agujeros negros, pero no tan grandes.
– Superamos el banco de asteroides. No te rindas. ¿Y si fuéramos con la nave auxiliar hasta el planeta?
– Sería muy arriesgado y no tendríamos suficiente combustible para hacer el trayecto.
-¿Y si llenamos el depósito con combustible de la Nave?
– No podríamos volver a la nave
– Lo sé, pero es nuestra única oportunidad
-Tengo que hacer un par de ajustes mecánicos y tendríamos el doble de potencia.
-Iré a coger todo lo básico para sobrevivir en el nuevo planeta. Nuestras reservas de comida y agua.
-Abandonar nuestro hogar y dejarlo a la deriva. Es demasiado doloroso. Hay tanto recuerdos en ella.
-Es difícil lo sé. Pero si queremos vivir debemos abandonarla, salir por la nave auxiliar. No nos queda otra.
-¿ Lo Tienes todo?
– Sí.
– Pues vamos.
– ¿Cosmos también viene?
– No lo dejaremos es de la familia.
– Allá vamos
– Gracias Leonis por todo.
AÑO 2140 PLANETA K218b VALENTINA
Nuestro nuevo hogar lo teníamos a la vista. No sabíamos como era la Tierra porque lo único que sabíamos era lo que nos habían contado nuestros padres. Pero tengo que decir que K218b era hermoso: lo llamaban un mundo de agua y no se equivocaban. Alan y yo estábamos emocionados por vivir este momento tan esperado. Abandonamos la Leonis y cogimos la cápsula para descender y pisar tierra. Nuestro plan de dejar atrás el agujero negro funcionó a la perfección.
Nuestra nave que nos había acompañado en el viaje desapareció sin rumbo por el espacio profundo.
Como expresar todo lo que sentíamos tras aterrizar en el nuevo planeta. Todavía estamos en shock. Esperábamos que al menos hubiese seres microbianos.
Nuestros cuerpos, gracias a las sesiones de la sala de alta gravedad estaban acostumbrados a la gravedad del planeta. Nos dolía un poco la cabeza, pero se podía aguantar perfectamente.
Despertamos y nos llevamos la gran sorpresa, cuando una especie de humanos nos tenían totalmente rodeados, lo más extraño fue que los entendíamos, hablaban nuestro mismo idioma. Al preguntar de donde eran, nos respondieron que vinieron de la Tierra para poblar este planeta. ¡Humanos!, merecíamos una explicación. La pregunta era clara: ¿Cómo era posible que hubiera humanos? ¿Si se tardaba un siglo en llegar, que habían hecho para llegar más rápido que nosotros?
En un siglo, la tecnología había avanzado tanto que ya era posible hacer el trayecto en la mitad de tiempo o menos. En el momento que dominaron la velocidad de la luz y la hibernación, el viaje al nuevo planeta fue posible.
Sentimos una decepción inicial al saber que no habíamos sido los primeros, pero cambiamos de actitud cuando pensamos que al menos ahora habíamos encontrado más gente con quien hablar y compartir una nueva vida juntos. Un nuevo comienzo en K218b.