Cantagallo renace

Sadith Silvano preparando la exposición de su marca. Foto: Roger Tunque
A tres años del incendio que devoró las viviendas en la comunidad shipibo-konibo de Cantagallo, en el distrito del Rímac, las familias se organizan para volver a darle color al espacio que les pertenece desde hace más de 19 años.
Hace relativamente poco tiempo, las familias del pueblo Shipibo-Konibo retornaron a Cantagallo, luego de que la promesa de las autoridades a una vivienda digna no fuera cumplida. Y es que el 4 noviembre de 2016, un incendio destruyó las viviendas del pueblo amazónico. A partir de la tragedia, surgió –como tantas veces ocurre en estos casos– la promesa de la reubicación.
La comunidad está de aniversario. Celebra 19 años de creación. Hay una feria de comidas típicas. La losa deportiva luce abarrotada y se aprecian diferentes equipos de fulbito que se enfrentarán durante el día. Más adelante, se divisa un muro de concreto, tal vez sea el único material de cemento en la zona aparte de la losa. Sobre él se lee la expresión que resume la situación actual de los shipibos-konibos que la habitan: “Cantagallo renace”. “Cantagallo es la fuerza, la unión que nos impulsa a salir adelante”, nos confirma la diseñadora shipiba Sadith Silvano. Ella, como muchos otros shipibos, ha regresado a ocupar su lugar. Por el momento, ha levantado sobre el terreno una vivienda rústica. En realidad, se trata de una construcción en cuadrado a base de troncos de madera cercada por un toldo.
En este espacio y aprovechando la concurrencia por el aniversario de la comunidad, Silvano expondrá la colección de prendas con diseños shipibos que lleva su nombre. “Estamos promoviendo nuestra identidad, revalorizando nuestra cultura y conocimiento ancestral. Estamos retroalimentándonos”, refiere. Dentro de los concurrentes también se encuentra un grupo de voluntarios que facilitará el trabajo a las artistas. En la tienda de la diseñadora shipiba hay un grupo de estudiantes de universidades e institutos. Ellos ayudan a ubicar las prendas: faldas, vestidos, gorros, polos, todos con diseño shipibo. También han escrito a mano el nombre de la diseñadora en la parte delantera de la tienda. Y con la ayuda de Sadith le han puesto el diseño shipibo a un cuadro para que cada visitante se tome una foto. En el cuadro también se lee “Cantagallo renace”.

Vestidos diseñados por Sadith Silvano. Llevan diseños Kené. Foto: Roger Tunque
El diseño lleva el nombre de Kené y, de acuerdo con la artista shipiba, a través de él se muestra la “cultura viva” del pueblo Shipibo-Konibo que fue transmitida por los ancestros y que mediante el emprendimiento le están dando un valor agregado.
El arte es para los valientes
A unos metros de la tienda de Sadith y detrás del muro de concreto se encuentra la Galería de arte Shipibo-Konibo. Allí encontramos a David Ramírez Nunta, un reconocido artista shipibo de la comunidad Roya, en Ucayali. Está muy atento al ingreso de cada persona. Explica el significado de cada trazo de las obras de arte. En esta galería se exponen las pinturas de varios artistas. Cada cuadro expresa la cosmovisión del pueblo Shipibo-Konibo. “Yo estoy en Cantagallo porque quiero ganar un espacio en Lima y así traer mi arte de la comunidad a la ciudad”, relata.
A la entrada de la galería se lee la frase “Cantagallo en resistencia. Cantagallo cultura”, escrita sobre una tela y decorada con diseños shipibos. “Los shipibos resisten para estar acá porque los shipibos son de lucha. Es luchador en arte”, confiesa el artista ucayalino.
Ramírez Nunta pertenece al Colectivo Cultura Shipibo-Konibo, un grupo que reúne a cerca de 20 artistas del departamento de Ucayali y cuyas pinturas se aprecian en la galería de arte dentro de Cantagallo. Además realizan exposiciones en diferentes regiones del país, así como en el extranjero.

David Ramírez Nunta junto a su pintura. Foto: Roger Tunque
“El mundo del arte es para los valientes. No es entrar, pintar y vender. Es muy difícil porque yo camino y a veces no vendo nada. A veces estoy sin comer y tengo mis hijos. Yo antes alquilaba un cuarto, ahora estoy acá mostrando mi espacio un poco más grande”, relata David. Con 29 años de edad, el artista shipibo muestra las vivencias de su pueblo en sus pinturas. “Yo pinto porque en mi comunidad no hay posta. Para llegar a una posta hay que viajar siete horas todavía”, lamenta.
Durante el aniversario también hubo presencia de artesanas shipibas. La artesana Jenny Flores ofrece una variedad de pulseras, collares a base de semillas naturales de la Amazonía peruana, así como el bordado en telas que se transmite de generación en generación. “Todo lo que hacemos sale de nuestra mente. Trabajamos para el bien de nuestros hijos. Para educarlos”, explica Jenny.

Gorros diseñados por Sadith Silvano. Foto: Roger Tunque
“Desde pequeñas aprendemos de nuestras madres. Mis hijos y mis hijas también hacen pulseras y sacan diseños. Todo sale de su mente. Los colores salen de la visión del Ayahuasca”, finaliza.